Noticias de Africa
Por primera vez en 170 años la moda africana va al Museo Victoria & Albert de Londres
La exposición cuenta con 250 piezas de diseñadores de 20 países de Africa. Es la primera vez en su historia de 170 años que el museo de Bellas Artes londinense alberga una muestra de ese Continente.
“Por fin, la historia de la moda africana se cuenta desde una perspectiva diversa”, cuenta Christine Checinska de Africa Fashion. Si bien la curadora entiende que la muestra “llega tarde” y no es posible “deshacer 100 años de categorización errónea e infravaloración, de la noche a la mañana», señala que “es un primer paso para una institución más inclusiva”.
La muestra convocó a 45 diseñadores de ascendencia africana y tiene por objetivo “mostrar un atisbo del glamour y la política de una escena de la moda que es tan diversa y variada como el propio Continente”. La exposición consta de tres partes que muestran distintos aspectos de la cultura de los países participantes.
La primera parte muestra cómo la vestimenta construye identidades. Se exhibe la foto del primer ministro de Ghana, Kwame Nkrumah, vistiendo una tela kente al momento de anunciar la independencia del país en 1957. También se puede ver a Nelson Mandela, el ex presidente de Sudáfrica, con sus tradicionales camisas madiba. Además se exponen prendas de diseñadores como Chris Seydou y Shade-Thomas-Fahm que, en alguna oportunidad, llevaron la moda africana a las pasarelas londinenses.
La segunda parte de la exposición presenta el eclecticismo de la moda actual en el Continente africano. Uno de los diseñadores que participa es Adebayo Okelawal cuya marca Orange Culture se caracteriza por prendas andróginas. “Crecí con una pasión por confrontar las normas sociales y he usado la moda como plataforma para combatir la hipermasculinidad. Creemos que la ropa debe ser fluida para que cualquiera pueda usarla” explica Okelawal.
La última sección se centra en la abundante vida espiritual de África y la relación que tienen los habitantes con sus antepasados. Las colecciones buscan cuestionar “las presunciones sobre quiénes son y quiénes pueden ser” y hablan de “la cultura, la raza, el género y la sexualidad”.
La diseñadora camerunesa Imani Ayissi explica que “La moda africana ha sido ignorada durante demasiado tiempo o simplemente encasillada y estereotipada, pero está por encima de cualquier definición y cada creativo puede elegir su propio camino”.
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El país / Comunidad Textil
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Grandes marcas producen en Etiopia pagando a sus trabajadores US$ 26 al mes
Los trabajadores etíopes de las fábricas de prendas de vestir son actualmente, en promedio, los peor pagados del mundo. Los datos corresponden al informe del Centro Stern para Empresas y Derechos Humanos de la Universidad de Nueva York (EE.UU.), difundido recientemente.
Etiopía, una de las economías actualmente de más rápido crecimiento de África, realiza un experimento económico invitando a la industria mundial de la confección a instalarse en sus parques industriales en expansión. Las primeras empresas que llegaron fueron las chinas, en busca de la competitividad perdida ante el aumento de los costos laborales en su país.
«El entusiasmo del gobierno por atraer inversión extranjera lo llevó a promover el salario base más bajo en cualquier país productor de prendas de vestir. Ahora se calcula que es el equivalente a US$ 26 por mes», aseguran los autores del informe, Paul M. Barrett y Dorothée Baumann- Pauly
En comparación, los trabajadores chinos de la confección ganan el equivalente a US$ 340 al mes, los de Kenia ganan US$ 207 y los de Bangladesh ganan US$ 95.
Atraídos por los parques industriales de reciente construcción y una gama de incentivos financieros, los fabricantes de muchas marcas internacionales dan trabajo a decenas de miles de trabajadores etíopes.
El nuevo informe se basa en una visita a principios de este año al emblemático Parque Industrial de Hawassa. El centro que esta ubicado en el sur de Etiopía y a 225 kilómetros al sur de Addis Abeba, se inauguró en junio de 2017 y actualmente emplea a 25.000 personas.
Según el informe, la mayoría de los jóvenes trabajadores etíopes apenas pueden sobrevivir hasta fines del mes y no les alcanza para aportar a sus necesitados hogares. En promedio, el salario mínimo mensual en Etiopía es de alrededor de US$ 110, según Ayele Gelan, economista investigadora del Instituto de Investigación Científica de Kuwait.
La situación es compleja y ya se han producido protestas de los trabajadores. La productividad en las fábricas de Hawassa suele ser baja, mientras que la desilusión y la deserción de los trabajadores es alta «, dice el informe.
La política etíope también está irrumpiendo inesperadamente las operaciones de la fábrica. «El gobierno de Etiopía debe abordar la tensión étnica en Hawassa y en otros lugares», dice el informe. También hace un llamamiento al gobierno para que implemente un plan económico a largo plazo para fortalecer la industria de prendas de vestir y establecer un salario mínimo que garantice condiciones de vida dignas.
Abebe Abebayehu, jefe de la Comisión de Inversiones de Etiopía, dijo a la agencia AP que la mayoría de las fábricas de prendas de vestir prefieren ubicarse en lugares con bajos costos laborales. «Si no fuera por esto las compañías chinas no habrían venido a Etiopía», asegura Abebe.
El funcionario etíope cuestionó que el informe marque que el salario mensual es de US$ 26 por mes: «ese es un salario básico, pero en Etiopía las fábricas también proporcionan una comida en el lugar de trabajo y otros servicios».
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Associated Press / Comunidad Textil
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Crece el consumo de moda en los países islámicos y las marcas van por ese mercado
Los consumidores musulmanes gastaron 270.000 millones de dólares en artículos de moda en 2017, según las estimaciones del Informe 2018/19 de la Economía Islámica Mundial. Se estima que el gasto musulmán en ropa alcanzará los 361.000 millones de dólares en 2023.
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El Centro de Desarrollo de la Economía Islámica de Dubai (DIEDC) acaba de publicar los resultados del informe titulado “Una economía ética inclusiva”. Esta es la sexta edición de la serie y ha sido encargada por DIEDC y producida por Thomson Reuters en colaboración con DinarStandard y el Centro Financiero Internacional de Dubai (DIFC).
El informe revela que, por categoría, alimentos y bebidas lideran el gasto musulmán. Moda es la tercera categoría en la que más invirtieron los consumidores musulmanes, con un total de US$ 270.000 millones.
El trabajo sostiene que la moda musulmana continúa su expansión gracias a la generación de los milenials. Los autores del informe resaltaron cómo la ‘moda modesta’ se ha ido haciendo un hueco, llegando a diferentes grupos de consumidores: desde modelos con hiyabs que caminan por las pasarelas de marcas de lujo hasta revistas de moda europea con modelos musulmanes en sus portadas.
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Cabe destacar el cambio protagonizado por minoristas de moda occidentales como Macy’s en Estados Unidos o Marks & Spencer en Reino Unido, que han lanzado sus propias líneas de ‘moda modesta’, como también se conoce la moda destinada a consumidores musulmanes. H&M también se ha hecho eco de esta tendencia.
Según este informe, los milenials musulmanes han tenido mucho que ver con este cambio, llevando y estableciendo nuevas tendencias en los países de mayoría musulmana y no musulmana.
Cabe destacar que la economía islámica se ha adaptado rápidamente a las nuevas tecnologías para ofrecer pagos que garanticen el cumplimiento ‘halal’ -conjunto de prácticas permitidas por la religión musulmana-, por ejemplo. Mientras tanto, la inteligencia artificial (IA), la realidad virtual (VR) y el Internet de las cosas (IoT) están atrayendo más inversiones que nunca, según el informe.
Al abordar las perspectivas de 2018/19, los responsables del estudio apuntaron: «Este año, hemos sido testigos de un aumento en la demanda de productos que no solo cumplen con la financiación de la sharia -ley islámica- y los estrictos estándares de sostenibilidad, salud y seguridad ambiental, sino que también se fabrican con ingredientes certificados por halal. La consistencia que forma parte integral de la cadena de suministro explica el creciente atractivo y la aceptación de los productos de la economía islámica entre la población mundial.”
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FashionUnited / Comunidad Textil
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Etiopía es la nueva opción para producir a bajo costo y los chinos no pierden tiempo
Etiopía se está convirtiendo en el nuevo centro de la moda rápida. La mano de obra ultra barata, los incentivos impositivos, la corrupción escasa, créditos estatales y un gobierno que esta muy necesitado de desarrollo industrial tanto como las empresas de moda están desesperadas por exenciones impositivas y costos bajos.
El Cuerno de África que alguna vez se caracterizó por la sequía y el conflicto está ahora a punto de convertirse en la tierra prometida que produce grandes cantidades de prendas baratas a precios aún más bajos. Y un numeroso grupo de empresas chinas ya están instaladas o en camino hacia esa “Meca”.
Pero la pregunta sigue siendo si países como China, India, Sri Lanka y Bangladesh subcontratan su producción a fábricas etíopes más baratas, ¿cómo son las condiciones laborales y el tema de los ‘salarios justos’ para los etíopes?
La información dice que las mujeres que trabajan como costureras en estas fábricas ganan US$ 25 por mes. En base a esto se puede imaginar los ahorros para compañías como H&M, Levi’s, Guess y PVH, Tommy Hilfiger y Calvin Klein, quienes ya fabrican en Etiopía, buscando continuamente mejorar los márgenes y reducir los costos de la cadena de suministro.
Otro de los atractivos de Etiopía es que disfrutan de beneficios de aranceles ‘cero’ para el ingreso a los Estados Unidos. Los beneficios continuarán por que el año pasado el gobierno de los Estados Unidos renovó la Ley de Crecimiento y Oportunidad para África (AGOA) -para los países menos adelantados de África- durante los próximos 10 años, para beneficiar con la eliminación de aranceles a las exportaciones de esos países.
El escenario para el creciente centro de moda rápida de Etiopía es el Parque Industrial Hawassa, financiado a través de US$ 250 millones de inversión china. Actualmente hay cuatro parques, con planes para abrir ocho más hasta el 2020, según la agencia Bloomberg, quien lo denominó “el gran experimento de ‘externalización’ de Beijing.”
La desgravación fiscal es muy atractiva, ya que las compañías están exentas del impuesto a las ganancias durante los primeros 5 años de negocios. También están exentos los aranceles e impuestos sobre la importación de bienes de capital y suministros de construcción. «El plan es crear un total de 2 millones de empleos en la industria manufacturera para fines de 2025», declaró la Comisión de Inversiones de Etiopía a Bloomberg.
Por supuesto, hay áreas grises, y una oscura en eso. El desarrollo industrial del país podría chocar en cualquier momento con la situación política inestable que amenaza el estallido de una guerra civil. Hay conflictos étnicos no resueltos que persisten entre los Oromo, Amhara, Tigray,Somalíes, Afar, Gurage, Sidama, Shankella, y Argoba, por sólo nombrar las etnias más numerosas.
Etiopía es el segundo país africano más poblado -105 millones de personas-, y es una minoría étnica del 6% de la población la que dicta la política y maneja las fuerzas de seguridad.
No obstante el gobierno etíope espera crear una base industrial sólida y competitiva, incluso si el país se encuentra en estado de emergencia. Está trabajando para garantizar la transformación agrícola, mejorar la capacidad de exportación y consolidarse como un sector manufacturero global.
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En algunos países de África las ‘donaciones’ compiten con los fabricantes locales
Algunos países europeos colectan prendas de vestir y se envían como ‘donación’ a naciones de África. La mayoría de la ropa viaja bajo la etiqueta de «caridad», pero lejos de acabar en manos de personas necesitadas, entra en un lucrativo circuito de compra y venta que termina quitando mercado a la industria textil local.
Este negocio, que daña gravemente a un sector pero emplea a miles de personas en los mercados populares, está siendo cuestionado por las propias autoridades de África del Este, que planean prohibir la entrada de ropa donada para intentar reactivar su industria.
La industria textil Kenia, asfixiada en las últimas décadas ante la imposibilidad de competir frente a las baratas prendas «sin valor comercial» que llegan desde el extranjero y esquivan los altos impuestos de los artículos importados.
«Aproximadamente 1.000 toneladas de la llamada ropa de segunda mano entran a ese país cada año. Esto es muy superior a las necesidades humanitarias», sostiene la directora ejecutiva de la Federación Africana de las Industrias del Algodón y el Textil (ACTIF), Belinda Edmonds.
Al principio, estas prendas llegaban al continente para distribuirlas gratuitamente a los pobres, pero más tarde se convirtieron en un negocio que mueve millones de euros cada año.
Sin embargo hay quienes toman el tema con precaución. «No hay nada que decir contra la ropa donada que responde a los objetivos y es entregada a quienes no pueden comprarlas», comenta Edmonds, pero «bajo el sistema actual, no hay ninguna manera de identificar estos productos ni verificar si se han destinado a la caridad o a la venta». Por eso rechaza la prohibición total propuesta por los países de África del Este y aboga por regularizar estas importaciones para garantizar «la igualdad de condiciones» en el sector.
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Fashionmag / Comunidad Textil
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África es el nuevo imán para las empresas textiles que buscan bajar el costo laboral
Una reciente nota publicada por The Wall Street Journal Americas, analiza los nuevos vientos que corren para las empresas transnacionales que giran por el mundo en busca de pagar menos por el trabajo. Hoy la Meca parece ser Etiopía y otros países del golpeado Continente Africano. La razón es que los trabajadores etíopes ganan desde US$ 21 al mes, en comparación con los chinos, que cobran entre US$155 y US$ 297.
Según el periódico, un alto ejecutivo de la industria de la moda se reunió el año pasado en el hotel Radisson Blu de Adís Abeba, Etiopía, con varios de sus principales proveedores de prendas de vestir de Asia. Su propuesta fue: ‘queremos hacer negocios en África’.
«África es una enorme oportunidad para demostrar cómo la industria puede trabajar en conjunto», señaló Colin Browne, director gerente de oferta de productos y abastecimiento asiático de VF Corp., propietaria de marcas como Lee, Wrangler y Timberland.
El ejecutivo destacó lo que para los fabricantes es una ventaja clave del continente: este es uno de los pocos rincones del mundo donde es posible pasar de la fibra al producto final en un solo lugar.
África es la frontera final del negocio textil mundial, el último continente sin explotar con mano de obra barata y abundante. En Etiopía, los trabajadores de la confección no tienen salario mínimo, en comparación con Bangladesh, donde ganan al menos US$ 67 al mes, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo. El año pasado, según el gobierno etíope, los salarios de los trabajadores textiles del país empezaban aproximadamente en US$ 21 al mes.
La mayoría de los países africanos tienen acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, un beneficio que ahorra dinero a los minoristas. Además, a diferencia de otras economías emergentes como Vietnam y Camboya, muchos de ellos pueden cultivar su propio algodón, lo que acorta el tiempo de producción.
El razonamiento de Browne marca un cambio de mentalidad. Durante más de una década, Asia ha dominado la fabricación de ropa, produciendo prendas de bajo costo con mano de obra barata, que luego distribuye en centros comerciales de todo el mundo.
En los últimos años, sin embargo, el aumento de los costos de producción en China y varios accidentes fatales en fábricas, como el colapso del edificio de Rana Plaza en Bangladesh hace dos años, han obligado a las empresas de indumentaria a soportar el pago de mayores salarios o buscar alternativas, desde Colombia a Etiopía y Myanmar.
Etiopía fue identificada hace poco como un destino prioritario para las firmas del rubro, según la consultora McKinsey & Co., que encuestó a ejecutivos responsables del abastecimiento de mercaderías. Esta es la primera vez que un país africano fue mencionado como fabricante de ropa junto a Bangladesh, Vietnam y Myanmar.
Varios gigantes de la industria están empezando a derivar su producción a África. VF espera recibir algunos de sus pantalones cosidos en Etiopía este año. PVH Corp., casa matriz de Calvin Klein y Tommy Hilfiger, ha estado fabricando algunas prendas en Kenia desde hace unos cuatro años. Otros que se abastecen en África subsahariana son Wal-Mart Stores Inc., J.C. Penney Co. y Levi Strauss & Co.
Ya sea que África expanda o no su rol como proveedor, estos esfuerzos demuestran hasta qué punto los grandes fabricantes de indumentaria están dispuestos a ir para encontrar nuevas fuentes de producción de bajo costo. Han acostumbrado a los consumidores a esperar una oferta abundante de ropa barata, lo que finalmente ha erosionado los márgenes de compañías como VF y PVH.
«En la economía global, la manufactura ligera está en constante movimiento», señala Guang Z. Chen, que hasta el mes pasado fue director de Etiopía en el Banco Mundial y ahora está a cargo de varios países de África meridional en dicha organización. «Vemos la posibilidad de que este tipo de industria se aleje de Asia, debido a que el costo de la mano de obra está creciendo rápidamente en China».
El 1 de enero, cuando muchos países ajustan sus salarios anuales, los trabajadores textiles chinos ganaban entre US$155 y US$297 por mes, indicó la OIT. Estos empleados tienden a ocuparse de la producción más sofisticada, mientras que el corte y la costura básicos van a países con sueldos más bajos.
VF espera acelerar el traslado de su producción a África. Para tratar de convencer a los proveedores se asoció con su mayor rival, PVH. En abril de 2014, ambas empresas invitaron a sus 20 mejores proveedores de países como China, India y Sri Lanka a un viaje de 10 días por África para animarlos a instalar sus fábricas allí. A cambio, les prometieron que harían sus pedidos allí.
Dueños de fábricas y marcas dicen que Etiopía es el lugar más prometedor para el desarrollo de la producción de indumentaria en África. «Desde el punto de vista del gobierno, la mano de obra y la energía, Etiopía parece ser el mejor lugar», dice M. Raghuraman, director ejecutivo de marketing corporativo y branding de Brandix Lanka Ltd., el mayor exportador de prendas de vestir de Sri Lanka, que está interesado en el potencial de África.
En las afueras de la capital etíope, el gobierno construyó hace poco el parque industrial Bole Lemmi, una obra de US$ 250 millones para uso exclusivo de inversionistas extranjeros de la industria textil. Los hangares gigantescos ocupan tierras donde hasta hace poco se cultivaba cebada, guisantes y tef, un grano local.
La plantas fabriles de Bole Lemmi son de un solo piso, lo cual constituye una mejora de seguridad respecto de las fábricas de varios niveles de Bangladesh, que se han cobrado cientos de vidas en incendios y derrumbes.
En la MAA Garment & Textile Factory en el norte de Etiopía, 1.600 trabajadores hilan algodón, tiñen tela y cosen camisetas, leggings y otros productos básicos para minoristas internacionales como la cadena H&M de Hennes & Maurtiz AB, Tesco PLC, la marca George de Asda Stores Ltd., y la compañía de ropa alemana Kik Textilien & Non-Food GmbH.
«Los inversionistas vienen desde Sri Lanka, Bangladesh, China, India y Turquía», indica Fassil Tadesse, presidente ejecutivo de Kebire Enterprises, compañía matriz de MAA, y presidente de la Asociación de Fabricantes de Textiles y Ropa de Etiopía.
Hasta el momento, África tiene poca relevancia en la fabricación de prendas de vestir y va a tomar años para que cualquier otro país amenace seriamente a China.
En 2013, según cifras de la Organización Mundial del Comercio, el gigante asiático exportó US$177.000 millones de indumentaria, casi ocho veces más que el tercer exportador, Bangladesh, que tardó 20 años para convertirse en una potencia textil. El segundo de la lista, Italia, exporta un poco más que Bangladesh.
Pero la infraestructura y la logística parecen ser el talón de Aquiles de esa región. Muchos países africanos no tienen carreteras para transportar la ropa terminada, la provisión de energía es escasa, las distancias son enormes y faltan ferrocarriles y aeropuertos. Etiopía, por ejemplo, es un país sin salida al mar. Además, la mano de obra no está capacitada para coser ropa y carece de disciplina laboral. Toda África subsahariana representa menos de 1% de las exportaciones mundiales de prendas.
A pesar de esos obstáculos, algunas compañías no pierden el interés. Les atrae la mano de obra barata y el bajo costo de la energía, que en muchos países es el segundo mayor costo después de los salarios. El gobierno etíope está construyendo un ferrocarril al puerto de la vecina Djibouti para ayudar a que las exportaciones salgan del país con mayor rapidez.
Después de recibir consultas de proveedores que no participaron en el viaje de 2014, VF está planeando otro recorrido por África este año.
William McRaith, director de la cadena de suministro de PVH, habló sobre el potencial de África en una conferencia de la industria el año pasado. «La dinámica de la región es mucho más interesante que la de China» en un punto similar en su desarrollo, aseguró.
Sin duda, ya hay empresas que tomaron sus recaudos y están proyectando grandes negocios inmobiliarios y políticos locales y extranjeros tratando de vender sus conocimientos e influencias en estos países.
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The Wall Street Journal Americas / Comunidad Textil
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