La firma del preacuerdo para la negociación de un Tratado de Libre Comercio (TLC) entre la Comunidad Europea y el Mercosur, planteó a los productores de bienes y servicios de ambos lados del Atlántico un gran desafío. Al igual que en Europa, varios sectores productivos de sudamericanos plantearon sus cuestionamientos.

En el caso de la industria, los de mayor aplicación de mano de obra como las industrias textiles, confecciones, calzado y marroquinería buscan que los funcionarios que enfrenten las negociaciones realmente los “tengan en cuenta”.

Los gobiernos del Mercosur aseguran que negociaron con sus pares de la Unión Europea un mecanismo para evitar una «invasión» de indumentaria barata desde el Viejo Continente. Sin embargo, esto genera gran preocupación entre los industriales locales del sector.

Los presidentes Jair Bolsonaro, de Brasil y Mauricio Macri, de Argentina, son decididos impulsores del TLC.

Se espera que el sistema incluya una regla de origen, es decir que para contar con ‘etiqueta europea’, el producto importado haya sido realmente elaborado en por lo menos un 70% en los países integrantes de la Comunidad Europea. De esa forma, habrá un riesgo menor de que los insumos asiáticos, hagan que esas manufacturas lleguen con un muy bajo precio.

Los empresarios del rubro textil recibieron la noticia del acuerdo de libre comercio firmado entre el Mercosur y la Unión Europea con preocupación. Las alarmas se encendieron entre los industriales de indumentaria y calzado, principalmente. Les preocupa que el tratado abra la puerta al ingreso de productos con el sello de la UE pero con materia prima barata importada desde Asia o mano de obra de países europeos no comunitarios, que competiría con la producción local en forma desigual.

Para evitar ese tipo de prácticas, las condiciones generales del acuerdo -cuya discusión iniciarán los bloques comerciales- los empresarios exigen a los gobiernos que se incluyan cláusulas específicas para el sector textil y del calzado.

Una de ellas tendría que ver con una regla de origen. Es decir, qué características deberán tener los productos que lleguen desde la Unión Europea para contar con la «etiqueta» de identificación de la eurozona. Por ejemplo, por debajo de los € 35, un par de zapatos deberá estar «enteramente fabricado en la región, mientras que por encima de dicho valor se permiten importaciones de algunas partes extra zona», reza un resumen del acuerdo que el Gobierno nacional repartió entre algunos empresarios.

Según explicó el secretario de la Cámara del Calzado, Horacio Moschetto, «este tipo de medidas cambiaron el panorama del sector frente al acuerdo que se suscribirá con la Unión Europea». «Las condiciones que se negociaron fueron mejores de las que esperábamos antes de la firma del preacuerdo», comentó.

Ese «umbral» de 35 euros busca, entonces, evitar lo que en comercio internacional se conoce como dumping, es decir, la venta masiva de un producto por debajo de su precio «normal».

Para Martín Rappallini, presidente de la Unión Industrial de la Provincia de Buenos Aires (UIPBA), «además del costo de fabricación hay que sumarle impuestos y flete».

El Gobierno argentino anunció que realizará reuniones sectoriales con las que tratará de especificar, rubro por rubro, cuáles son las consecuencias que tendría el acuerdo con la Unión Europea para cada caso.

Según el preacuerdo firmado, el 100% de las exportaciones industriales de la región ingresarán a la UE sin pagar aranceles de importación, mientras que el 90% de lo que llegue desde Europa estará exento de esos impuestos.

«En el caso del Mercosur, ciertos sectores sensibles como textiles, calzado, muebles y los vehículos alcanzarán la liberalización total de aranceles tras 15 años, y la mayoría de las autopartes en 15 o 10 años, de acuerdo con su grado de sensibilidad», explicó el Gobierno en ese primer documento que difundió días después de la firma del preacuerdo.
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TN / Comunidad Textil

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