La industria argentina vivió un pésimo semestre por el aluvión de importaciones y la fuerte caída del consumo
Jorge Sorabilla, empresario y presidente de la Fundación ProTejer, habló con el diario Norte sobre la situación del complejo industrial textil-confeccionista de Argentina, en el primer semestre del año. El dirigente se refirió a la grave situación planteada en la industria local por el “aluvión de importaciones” la fuerte caída del consumo que llevó a que la utilización de la capacidad instalada de la industria este ocupada en sólo un 65%.
Jorge Sorabilla es presidente de la Fundación ProTejer -que reúne a toda cadena industrial textil confeccionista de Argentina- y director de la empresa TN&Platex, la más grande textil del país. Se explayó sobre la actualidad de ese sector y señaló que la industria esta muy golpeada por un primer semestre del año en el que se produjo un aluvión de importaciones y simultáneamente una la caída del consumo de los hogares por el fuerte incremento de la inflación.
El dirigente advirtió que en los primeros seis meses de 2016 ingresaron al país 21 mil toneladas más de textiles que en igual período de 2015. Ese incremento “fue una barbaridad y desplazó a los productos nacionales”, subrayó.
Agregó que, con el poder adquisitivo de los consumidores argentinos acotado por el simultáneo proceso inflacionario, la venta de textiles cayó un 15% en el primer semestre. Ese factor sumado a la competencia desleal de las importaciones –en su mayor parte de Oriente-, hicieron descender el nivel de utilización de la capacidad instalada industrial, que hoy está en un 65%. Debido a la caída de la actividad, se produjeron 5.000 suspensiones de personal. Como ejemplo, explicó que su empresa TN&Platex debió paralizar algunas de sus plantas.
Sorabilla apuntó que con el nuevo sistema de administración de importaciones, que rige en plenitud a partir del mes de julio, los textiles esperan una “decisión política y firmeza para dejar de importar cosas que sustituyen a la industria nacional. “Estamos tratando de encontrar un plan estratégico textil, pero no lo vamos a lograr si no hay decisión política de administrar el comercio”, enfatizó el empresario.
“Terminamos el primer semestre del año preocupados”, aseguró el ejecutivo. “Sabíamos a fines de diciembre de 2015 que el nuevo gobierno había aprobado las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación (DJAI), que había dejado sin aprobación el gobierno saliente. Y que ese era un grave error que tendría consecuencias en el nivel de actividad del sector”, indica. En números concretos, revela que el nuevo gobierno aprobó “a ciegas” 35.000 DJAI, argumentando que era “para terminar con el régimen y con lo residual”.
“La realidad es que fue un error político enorme, porque sabíamos que muchos de los actores habían quintuplicado sus pedidos de importación”, comenta. Es que los operadores sabían que si la solicitud no salía la primera vez, debían presentarla varias veces más hasta su aprobación. “Por tanto, quedó mucho multiplicado y los importadores se encontraron con más cantidades”, explica Sorabilla.
Junio fue el último mes con la parte “residual” de las DJAI. “El resultado es que entraron al país 21 mil toneladas más de textiles que el primer semestre de 2015. Eso es el 9,8% del mercado de consumo de productos textiles nacionales”, advierte.
En el primer semestre el aumento de importaciones fue alarmante: en hilados, alcanzó el 40% (incluidos los hilados de algodón. En tejidos planos, creció el 35%, en tejidos de punto, un 3%, en prendas de punto, un 30%, en prendas planas un 18% y en confecciones del hogar (ropa de cama, toallas, etcétera), el 51%.
El principal origen de las importaciones es China, con el 42% de participación y una leve caída respecto de períodos anteriores cuando alcanzó el 45%; seguida por el Sudeste Asiático, con el 20% y Brasil con el 18%. Desde este último país es desde donde ingresan toallas y jeans. En tanto, según el titular de la Fundación ProTejer, las importaciones de fibra de algodón no son importantes en volumen.
“Quizás la apertura de importaciones tenga la doble intención de bajar los precios internos, pero con esos niveles tremendos de 21 mil toneladas de productos textiles en el primer semestre, la inflación demuestra que la importación no la disciplina, porque sigue habiendo aumento de precios, pero ahora con desocupación”, analiza Sorabilla, y agrega: “Lo único que hace es enriquecer a los importadores, que usan su beneficio para importar más y generar más desempleo. Si el gobierno no lo entiende, esta realidad económica se lo llevará puesto”.
A ese aumento de importaciones que desplazó al producto nacional, se suma una caída en el poder adquisitivo de la población. “Existe un fenómeno: con precios de 2016 y salarios del 2015, el consumo de productos textiles en esta etapa más recesiva del país habrá caído alrededor del 15%”, estima Jorge Sorabilla.
“Entendemos que hay otras prioridades en las familias, como la compra de alimentos y los aumentos de las tarifas de servicios públicos, lo que quitó bastante su capacidad de consumo. Frente eso, el textil dejó de ser un producto de primera necesidad”, puntualiza.
Según sus cálculos, el producto textil nacional “fue desplazado en un mercado más reducido que el del año pasado”. Así, con un mercado que representa hoy el 85% del año pasado, el producto importando ocupó un 10% que antes era abastecido por textiles nacionales. “Si sigue esta tendencia y se importaran otras 20 mil toneladas en el segundo semestre, el panorama sería muy comprometido”, advierte Sorabilla.
El directivo sostiene que actualmente la utilización de la capacidad instalada de la industria textil nacional está en un 65%. “En el segundo semestre del año pasado la utilización estaba cerca del 85%”, recuerda. Y esta situación esta ligada directamente con la masiva autorización de DJAI que abrió la importación indiscriminada de productos textiles.
“Hablando políticamente, julio será el primer mes que no estará distorsionado con las DJAI”, recuerda. Ahora, en su lugar, hay un Sistema Informático de Monitoreo de Importaciones (SIMI), que complementa a las Licencias Automáticas y No Automáticas. Son herramientas que dan más manejo en relación a la administración de importaciones”, describe .
Menciona luego que “el sector textil tiene unas 1300 posiciones en el nomenclador arancelario aduanero, de las cuales 700 tienen Licencias no Automáticas”. “Entendemos que debería existir, si hay decisión política, una firmeza manifiesta para dejar de importar cosas que sustituyen a la industria nacional”, insiste Sorabilla.
En ese sentido, sobre las cantidades ingresadas en el primer semestre, asegura que “el 80% de las 21 mil toneladas importadas se podría haber sido evitado porque hay abastecimiento de la industria local”. Ese factor terminó también por resentir la utilización de la capacidad instalada de la industria.
“Entendemos que el objetivo de pobreza cero no se obtendrá abriendo la importación como se abrió, porque si uno observa la cúpula de importadores de textiles para el hogar y ropa, notamos que muchas marcas como Walmart o Falabella han importado muchísimo. Y vemos cómo las empresas que están con el régimen especial de Tierra del Fuego siguen siendo de las que más importan productos textiles, abusando de las normas establecidas”, resalta.
Luego de recordar que el año pasado hubo resoluciones para dos empresas amparadas en el régimen especial de esa provincia, que “claramente estaban abusando con dos procesos que tenían aprobados (tintorería en seco y recubrimiento de telas)”, Sorabilla alerta que “siguen siendo los principales importadores, generando un daño enorme a la industria nacional”. Allí, en el sur del país, se concretan especialmente procesos para terminados de telas.
En cuanto a la situación laboral, revela que tres industrias suspendieron personal, por falta de producción. Mientras que estima que hubo unas 5.000 suspensiones de personal, además de “despidos puntuales”. “Todos están esperando una reacción de parte del gobierno nacional en cuanto a que se vuelva más estricto. Porque si vamos a los números no vemos que haga nada”, resalta.
Comenta que la Fundación envió una nota al Ministerio de Producción de la Nación y a la Secretaria de Comercio Exterior, que maneja las autorizaciones para importar. “Si son más restrictivos y tienen decisión política, podríamos llegar a salvar el último trimestre del año”, señala.
Sorabilla comenta que “la Argentina tiene un problema de competitividad enorme. Los costos son altos desde muchos puntos de vista: la mano de obra es el doble que en Brasil y México, más que en Colombia y Perú, grandes productores textiles. En comparación de China la triplica y es más de cinco o seis veces que en el Sudeste Asiático. Los impuestos son enormes, por eso hay tanta informalidad en la confección”, repasa. Incluye que “los impuestos nacionales, provinciales y municipales son caros, y el impuesto al trabajo también. Agrega en esta lista los altos de logística y el grave problema de la litigiosidad laboral, y el ausentismo.
Sorabilla también habló de los gravosos costos financieros que afectan a las empresas y el de las tarjetas de crédito, que influyen sobre el precio final del producto.
En el primer semestre del año también un desmesurado aumento de las tarifas de servicios públicos como gas, energía y agua (de 500 al 1.000 por ciento), impactaron gravemente en los costos industriales, especialmente en la pequeñas y medianas empresas que en Argentina son absoluta mayoría en el sector.
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Diario Norte / Comunidad Textil
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