Desechos textiles en el desierto de Atacama.

Cada año se fabrican 62 millones de toneladas de prendas de ropa, un 400% más que hace dos décadas. Este aumento en la producción se debe al denominado fast-fashion, esa moda rápida y desechable que lleva a las grandes empresas a presentar más de 50 colecciones al año. La contracara del consumo desenfrenado de ciertas sociedades es la contaminación desmedida, y los negocios secundarios que hacen que países como Chile hayan convertido al desierto de Atacama en un gran basural, donde muere la ropa desechada en gran parte del mundo.

Un informe habla de casi 40 mil toneladas anuales que terminan como basura en la zona de Alto Hospicio, en el norte de Chile. Prendas fabricadas en China o Bangladesh y comprada en Europa o Estados Unidos se convierten en montañas de ropa pasada de moda que transforma y degrada el paisaje chileno.

Una vista aerea y la prersencia de un automóvil sirve para tener una idea de las dimesiones de las montañas de ropa usada exparcida en el desierto.

Las grandes cadenas de venta de indumentaria presentan novedades semana a semana impulsando a sus clientes a comprar siempre la prenda de “última moda”. El circuito de comprar, usar, desechar y volver a comprar se ha vuelto tan veloz que está generando un verdadero problema ambiental. La “basura textil” tarda unos 200 años en desintegrarse, una colección fast-fashion está en vidriera 14 días antes de pasar a liquidación y, si no se vende rápidamente, se quita de la venta. Por su parte, los consumidores cada vez desechan más prendas de vestir en su afán por comprar el modelo que la tienda acaba de lanzar. Lo que no vemos es como sigue el circuito una vez que nos desprendemos de una ropa “pasada de moda».

Chile es el primer importador de ropa usada en América Latina. La baja en su estándar de vida genera las ”ferias americanas” que se abastecen de fardos comprados en la zona franca del norte del país provenientes de Estados Unidos, Canadá, Europa y Asia. Allí, los comerciantes chilenos seleccionan las prendas para sus tiendas. Lo que no se vende o no se puede exportar ilegalmente a otros países como Perú, Bolivia o Paraguay pasa directamente a aumentar el basural textil del desierto de Atacama.

En medio del paisaje desértico se encuentran grandes “manchas” de basura textil con ropa, zapatos y carteras. Algunos pobladores se acercan al lugar para revolver como en una mesa de saldos en búsqueda de alguna prenda que les venga bien. El problema es que las toneladas de ropa que quedan tiradas no son biodegradables y desprenden contaminantes al aire y hacia las napas de agua subterráneas. Franklin Zepeda, fundador de EcoFibra, haciendo referencia a este modo de producción de vestimenta, llegó a decir que “la moda es tan tóxica como los neumáticos o los plásticos”.

Esta afirmación no suena descabellada si tenemos en cuenta que la fabricación de ropa y calzado es responsable del 8% de los gases de efecto invernadero y que «cada segundo se entierra o quema una cantidad de textiles equivalente a un camión de basura».
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Excelsior / Doble Espacio / Comunidad Textil

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