Crece el número de compañías se enfocan en desarrollar materiales que ayuden a reducir el uso de agua en el lavado de ropa, en pos de cuidar los recursos del planeta. Ya sea mediante tejidos repelentes a las manchas o telas auto-higienizantes, reproduciendo formas de la naturaleza, estas prendas de vanguardia pronto estarán en nuestros guardarropas.

Los primeros pasos lo dieron firmas como la californiana Odo Denim – Jeans & Apparel, que se especializó en jeans que al repeler las manchas, no se ensucian. Luego llegaron propuestas de nuevas compañías dirigidas por personas preocupadas por el medioambiente y capaces de crear remeras, camisas, vestidos, zapatillas y hasta calzoncillos de lana que pueden prescindir en gran medida del lavado.

Lograr este objetivo no sólo sería un punto de inflexión en la evolución de la industria textil, sino que cambiaría los hábitos de todos los seres humanos en sociedad. Pero el objetivo más importante de esta época es el ahorro de agua y el consiguiente tratamiento de efluentes.

La idea de poder usar la misma remera, jean, o hasta incluso ropa interior durante días, semanas o incluso meses sin tener que mediar lavado puede sonar descabellado y sobre todo antihigiénico. Sin embargo, lo cierto es que las investigaciones sobre nuevos tejidos con menos necesidades de limpieza se multiplicaron en los últimos años.

“Los productos comienzan a ser una realidad pero ahora lo difícil va a ser convencer a los usuarios de que no hace falta lavar tanto”. Esto lo explica Mac Bishop, creador de la firma Wool & Prince, que propone vestidos limpios aún tras 100 días de uso. «sólo quienes prueben estas prendas y vean por sí mismos que funcionan, podrán entender que demasiadas veces abusamos de las lavadoras»

Petar Jovancic, investigador de la unidad de tejidos funcionales de Eurecat explicó que «con la aplicación de nanotecnología en textil se han logrado avances, basados en la imitación de las propiedades o estructuras de escala nanométrica que hallamos en la naturaleza».

Petar Jovancic, investigador de la unidad de tejidos funcionales de Eurecat.

«El problema llega en el momento en que ese sudor se absorbe en la ropa porque es cuando comienza a atraer a las bacterias provocando el mal olor». En concreto, los estudios más prometedores son los que giran en torno al concepto de la ropa que se autolava. Estos estan centrados «en conseguir las propiedades de hidrofobicidad (repeler el agua) y superhidrofobicidad (repeler el agua y los aceites) con una estructura que sea capaz de autolimpiarse, tal como hacen la hoja de loto o la piel de melocotón», añade Jovancic. Es decir que el objetivo es crear ropa que no se manche y ropa que se autolave.

Otra de las vías que se está investigando es la de tratamientos de tejidos con la incorporación de nanopartículas de cobre y de plata en fibras que reaccionan ante la luz solar y actúan como si fuesen cloro, deshaciendo las bacterias que causan el mal olor y las manchas comunes.

También hay estudios que se centran en el uso del dióxido de titanio, un producto químico conocido por ser un «excelente catalizador en la degradación de contaminantes orgánicos». Con este acabado, los tejidos limpian las manchas y eliminan los malos olores solo con exponerse a la luz solar.

El investigador de la unidad de tejidos funcionales de Eurecat reconoce que todavía hay un buen trecho para recorrer y que los productos de este tipo que ya han salido al mercado todavía están muy lejos de conseguir lo que ha logrado la naturaleza. Es decir, que todavía falta mucho por igualar esta capacidad de autolimpieza que presentan por ejemplo las hojas de loto, porque «que en los productos textiles esa virtud se pierde con el uso».

Sin embargo hay firmas que van entrando con sus propuestas y consiguiendo incluso una repercusión internacional mayor de la esperada. Es el caso de Wool & Prince que su fundador Mac Bishop cree que todavía encajará más cuando los consumidores entiendan por fin que «sudar en sí mismo es limpio.

El problema llega en el momento en que ese sudor se absorbe en la ropa porque es cuando comienza a atraer a las bacterias provocando el mal olor». Por eso la clave es encontrar materiales que rechacen el sudor. Según Bishop, «en cuanto la gente prueba las prendas ya tenemos media batalla ganada, porque comprueban que el sudor no las ensucia».
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iProUP / Comunidad Textil

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