Archivan una causa contra la Empresa chilena Falabella por contratar talleres ilegales
El juez Claudio Bonadío calificó de ‘buenas’ condiciones de trabajo en dos talleres textiles clandestinos en el que vivían inmigrantes indocumentados, hacinados y encerrados. Con ese argumento el magistrado procedió a archivar la causa y evitó la indagatoria y procesamiento del dueño de Falabella, Juan Luis Mingo Salazar, y sus proveedores, los hermanos Héctor y Gustavo Mitelman de la firma SIFAP S.A.
Tanto Mingo Salazar y los hermanos Mitelman habían sido imputados cuando se descubrieron etiquetas y prendas de Falabella en dos talleres textiles clandestinos ubicados en la ciudad de Buenos Aires (en los barrios de Flores y Parque Chas), donde se sometía a los costureros -algunos sin documentos- a trabajar a destajo, encerrados, hacinados y viviendo en el mismo taller.
La Fundación La Alameda denunció que al juez Bonadío no le importó la declaración de la inspectora de la AFIP, que el día del allanamiento al taller en Quirós 3041, el 12 de marzo de 2012, cuando entrevistó a un costurero este reconoció que no conocía las calles donde se encontraba.
Los talleres no estaban habilitados, las ventanas estaban polarizadas y tenían una malla metálica a modo de reja. Los costureros relevados por AFIP trabajaban a destajo (se le pagaba por prenda) y dos de ellos eran indocumentados. Para el juez Claudio Bonadío se trató de una ‘mera falta administrativa’.
El fiscal Federico Delgado apeló el archivo de la causa y solicitó la indagatoria de los empresarios que se apropian del trabajo esclavo a través de la cadena de explotación de seres humanos.
Los talleres textiles clandestinos se ubicaban en Quirós 3041, San Nicolás 266 y San Nicolás 276/8 y fueron allanados el 12 de marzo de 2012. Allí trabajaban diez personas con ‘cama adentro’ y un sueldo de aproximadamente $2.500, de los cuales $1000 eran retenidos para la comida y vivienda. Las condiciones de higiene del lugar eran deplorables.
El modelo de producción estaba basado en la tercerización. Mientras Falabella contrataba a un taller, este a su vez subcontrataba a talleres más pequeños. De esta manera, la marca diseña y comercializa mientras que terceriza la confección, terminaciones y planchado directamente en talleres clandestinos o a través de talleristas intermediarios. Estos talleres, como comprobó el fiscal Delgado, no tenían a ningún empleado registrado en blanco.
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Diario Z / Comunidad Textil
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