Medio Ambiente y Sostenibilidad

Materiales sintéticos: informan que el petróleo y derivados contaminan mucho más de lo que se estimaba hasta ahora

La moda sostenible gana adeptos, pero se resisten a pagar más por ella.

Un reciente estudio realizado por nova-Institute, con sede en Colonia, Alemania, encendió una alarma para la industria textil y otras. El informe, desarrollado junto con la Renewable Carbon Initiative (RCI), revela que las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas del petróleo y el gas han sido significativamente subestimadas en los inventarios internacionales que miden el impacto ambiental de los materiales. Esta conclusión tiene consecuencias directas sobre los textiles y fibras sintéticas, ya que la mayoría de ellas -poliéster, nailon, acrílico, elastano- provienen de estos combustibles fósiles.

Los investigadores descubrieron que los inventarios de ciclo de vida (LCI), base de los estudios de sostenibilidad que utiliza la industria, no estaban reflejando correctamente las emisiones fugitivas de metano y otros compuestos generados durante la extracción, el transporte y el refinado del petróleo y el gas. Según el análisis, los valores reales podrían ser hasta varias veces superiores a los estimados, lo que implica que el impacto climático de los materiales derivados de estas fuentes es considerablemente mayor de lo que se creía.

El hallazgo cambia el panorama de comparación entre las fibras fósiles y las alternativas de origen renovable o reciclado. Si las nuevas estimaciones se confirman, la huella de carbono del poliéster virgen, actualmente la fibra más utilizada del mundo, podría superar en mucho las evaluaciones previas, haciendo que las fibras naturales, recicladas o biobasadas resulten ambientalmente más competitivas. Nova-Institute advierte que las evaluaciones de sostenibilidad que no incorporen estos nuevos datos ya no reflejarán con precisión la realidad ambiental del sector textil.

El informe también plantea una cuestión estratégica para las empresas del sector: la dependencia de materiales derivados del petróleo representa un riesgo creciente en un contexto en el que las regulaciones climáticas se endurecen y los inversionistas priorizan criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG).

La revisión de las huellas de carbono debería acelerar la transición hacia fuentes renovables de materias primas, así como incentivar el uso de fibras recicladas o de base biológica, que hoy representan una fracción mínima del mercado global.

La recomendación del instituto alemán es clara: para mantener la competitividad y la credibilidad ambiental, la industria textil debe reducir el uso de materiales sintéticos vírgenes derivados del petróleo y priorizar cadenas de suministro con trazabilidad y emisiones verificadas.

Además, se insta a actualizar los estudios de ciclo de vida y las métricas corporativas con los nuevos valores de emisiones, de modo que las estrategias de sostenibilidad se basen en datos reales y no en estimaciones obsoletas.

En un mercado donde el impacto ambiental se convierte en un factor decisivo de valor, la información de nova-Institute redefine el mapa de los materiales textiles. Lo que parecía una fibra eficiente y económica podría ser, en realidad, un eslabón mucho más costoso para el planeta.
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Comunidad Textil

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Francia y EEUU dan pasos en función de controlar las emisiones del sector textil

El estado de Washington se sumó a las iniciativas de Nueva York y California y presentó un proyecto para controlar el impacto ambiental de la moda. Por su parte, el gobierno francés habilitó a las empresas a adherirse al etiquetado ambiental voluntario.

Washington acaba de presentar un proyecto para gravar el impacto ambiental de la industria de la moda. El proyecto House Bill 2068 establece que los grandes minoristas y fabricantes tendrán que dar a conocer los avances con respecto a los objetivos de la ‘debida diligencia’ y rendimiento ambiental. La norma comenzará a regir en enero de 2027.

Las empresas que no cumplan con la normativa serán pasibles de recibir multas cuyos montos serán destinados a proyectos ambientales que beneficien a la comunidad. Sharlett Mena, representante del Estado de Washington e impulsora del proyecto, resaltó que la importancia de la presentación dado que “en términos de gases de efecto invernadero, la industria de la moda representa entre el 8% y el 10% de las emisiones mundiales de carbono, más que la aviación y el transporte marítimo juntos”.

Con esta iniciativa, Washington se suma a lo hecho por el Estado de California que en 2023 presentó el proyecto Responsible Textile Recovery Act, que establece un programa de gestión de recolección de indumentaria usada y su posterior reciclaje. En 2022, el estado californiano ya había prohibido la venta de ropa y tejidos que contuvieran sustancias nocivas.

Nueva York, por su parte, cuenta desde 2022 con la ley Fashion Sustainability and Social Accountability Act que exige a las cadenas de suministro cuya facturación anual supere los US$ 100 millones, que sean responsables frente a fallas en la cadena de suministro.

Paralelamente, el gobierno francés puso en vigencia el etiquetado ambiental para la moda. Por el momento, la adhesión de las empresas es voluntaria y quienes participen de la iniciativa podrán utilizar un portal oficial para calcular el impacto ambiental de las prendas que producen o comercializan.

Las empresas podrán informar sobre el puntaje obtenido en la plataforma tanto en sus sitios de venta online como en las etiquetas que acompañan las prendas. “Esta cifra representa el conjunto de impactos ambientales generados a lo largo del ciclo de vida de cada prenda, desde la producción del material hasta el desecho de la prenda, pasando por el hilado, el teñido, la tejeduría, la confección, el transporte e incluso el mantenimiento” señala el texto de la normativa.

La medida apunta a que los consumidores franceses puedan tomar decisiones de compra en base a información clara y confiable. Si bien la adhesión al programa por el momento es voluntaria, si pasado un año las empresas no publican esta información, una entidad ajena a la empresa (como una ONG) puede hacerlo en su lugar.
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Modaes / Comunidad Textil

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Textile Exchange advirtió que aumentó la producción de poliéster y bajó la de algodón

La organización empresaria Textile Exchange publicó los resultados de su informe sobre la producción de textiles en 2024, en el cual se evidencia que las fibras sintéticas han tenido un crecimiento frente a las naturales. La producción de fibras celulósicas, a partir de pasta de madera, se mantuvo estable.

De acuerdo al documento, el año pasado el volumen de producción de fibras aumentó 6,5% y llegó a los 132 millones de toneladas, de las cuales las sintéticas representan el 69% del total producido. El poliéster alcanzó un volumen de 78 millones de toneladas. Por su parte, el poliéster reciclado pasó de 8,9 a 9,3 millones de toneladas mientras que el nailon cubrió el 5% de la producción.

Como contrapartida, el algodón que en 2023 ocupaba el 20% de las fibras producidas, en 2024 descendió a 19%, con 24,1 millones de toneladas de fibra virgen. El 34% de esa cantidad cuenta con certificación de sostenibilidad, frente al año anterior en que el nivel de algodón certificado era sólo del 28%. El algodón reciclado se mantuvo estable con 300.000 toneladas, cifra que representa el 1% del total.

El resto de las fibras vegetales sumaron 6,9 millones de toneladas. El yute abarca el 54% del total, la fibra de coco, el 26% y el lino el 5%, al igual que el cáñamo.

En cuanto a las fibras celulósicas, la viscosa, el acetato, el lyocell, el modal y el cupro representaron el 6% de la producción mundial de fibras con, 8,4 millones de toneladas y un aumento del 6,4% con respecto a 2023. El 70% de estas fibras se produce bajo los programas de gestión forestal FSC (Forest Stewardship Council) y PEFC (Programme for the Endorsement of Forest Certification).

Las fibras de origen animal como la lana significan solo el 1% del total de fibras producidas y llegan a las 1,98 millones de toneladas. La lana reciclada alcanzó las 83.000 toneladas lo que marca un incremento del 1% en comparación con 2023. La producción de cachemir, mohair y alpaca se mantuvo estable con una cuota de mercado de 0,02%, 0,004% y 0,005% respectivamente.
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Textile Exchange / Comunidad Textil

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Lanzan un proyecto con el objetivo de convertir biomasa de bosques en insumo textil

El centro tecnológico español Eurecat encabeza esta iniciativa que transformará los residuos de la gestión de bosques en celulosa regenerada que podrá ser aprovechada para la producción textil. Texwoods, tal el nombre del proyecto, cuenta con la participación del Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Catalunya y de la Universitat de Lleida.

El objetivo del proyecto Texwoods es incrementar el valor de la biomasa forestal (restos de podas, ramas y maderas de baja calidad) al transformarlos en fibras de celulosa regenerada para la producción de textiles sostenibles. Gabriel Anzaldi, director de ecosistemas de Eurocat señaló que el centro “desarrolla proyectos innovadores para impulsar la bioeconomía como motor de transformación en múltiples sectores, como el textil, en este caso, para favorecer nuevos modelos económicos que generen oportunidades con el uso sostenible de los recursos naturales”.

Según la directora de la unidad de Textiles Funcionales de Eurecat, Virginia García, para llevar adelante la iniciativa este centro tecnológico adquirió equipos para la hilatura en húmedo. Esto “permitirá transformar polímeros presentes en la naturaleza o recuperados de residuos generados en diferentes industrias, en nuevos filamentos que se pueden incorporar como fibras en la fabricación textil”

La directiva explicó que “las empresas pueden incorporar esta tecnología como vía para la valorización de residuos y contribuir así al incremento de materiales textiles sostenibles y al desarrollo de procesos innovadores y eficientes para la producción de fibras regeneradas”.

García enfatizó que “la única manera de asegurar la cadena de suministro textil de fibras de celulosa es aumentar la capacidad de producción de fibras regeneradas” y pronosticó que “se espera que aumento notable en los próximos años, dado que las empresas que hoy utilizan principalmente algodón tendrán que añadir fibras regeneradas en su programa de producción”.
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Interempresas / Comunidad Textil

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Jazmín Chebar lanza la nueva edición de JRecicla, en busca de impulsar la moda circular

JRecicla.

La firma de indumentaria femenina de la diseñadora argentina Jazmín Chebar convoca a sus clientas para que donen jeans en desuso para ser convertidos en otros artículos. El programa forma parte de las acciones de la empresa para fomentar el consumo responsable y el reciclado.

La empresa, creada en 1997 por la diseñadora Jazmín Chebar, comenzó una nueva edición de JRecicla, la campaña que fomenta la moda circular. La iniciativa convoca a las clientas a donar sus jeans, no importa la marca, para que se transformen en mochilas.

La diseñadora Jazmín Chebar, creadora de su marca de indumentaria femenina.

El proyecto, llevado a cabo en conjunto con la Fundación Futuro Verde, busca reducir la cantidad de desechos textiles y contribuir con las comunidades con mayores necesidades. Las mochilas se entregarán, junto con un kit escolar, a niños en edad escolar de bajos recursos.

En los locales que Jazmín Chebar tiene en todo el país se han colocado contenedores para recibir las prendas. Además, a través de un acuerdo con una empresa de correos, la marca ofrece la posibilidad de que los jeans sean retirados en las casas de las donantes.

La ropa recolectada pasa por un proceso de lavandería y luego comienza la etapa de deconstrucción de las prendas. Los bolsillos y cierres se usan para los detalles y terminaciones de las mochilas que también contarán con una etiqueta que identifica al alumno y a la escuela a las que serán enviadas.
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Fashion Network / Comunidad Textil

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Presentan fuerte un plan de acción para industrializar la circularidad textil en Europa

ReHubs presentará en Bruselas una estrategia y un plan de acción para industrializar la circularidad textil en Europa con horizonte 2032, cuyo objetivo central será reciclar 2,5 millones de toneladas de residuos textiles anuales, lo que representa entre el 35% y el 40% del total generado en el continente.

ReHubs es un centro de colaboración basado en asociaciones que trabaja para escalar industrialmente el reciclaje de textil a textil en Europa, e impulsar la adopción de fibras recicladas en toda la cadena de valor.

Textiles descartados.

El anuncio llega en un contexto de gran presión para la industria, marcada por el incremento del volumen de desechos, la debilidad de los sistemas de recogida y el impacto de la moda ultrarrápida, factores que dificultan la transición hacia un modelo circular. Aunque las tecnologías de reciclaje avanzaron en los últimos años, gran parte de los textiles continúan siendo infracicladados, incinerados o exportados, lo que impide cerrar el ciclo productivo.

La propuesta de ReHubs se apoya en dos pilares estratégicos. El primero busca integrar toda la cadena de suministro —recogida, clasificación, reciclaje y fabricación— para garantizar volúmenes constantes de fibras recicladas con costes y calidades transparentes. El segundo consiste en la orquestación financiera, que apunta a movilizar entre 5.000 y 6.000 millones de euros en inversiones público-privadas necesarias para ampliar la infraestructura y dar viabilidad al sistema.

Además, la hoja de ruta incluye seis palancas de acción: armonización de normas, investigación, políticas de apoyo, financiación, formación de coaliciones de marcas y movilización de capital. Según los responsables de la iniciativa, la combinación de estos elementos permitiría establecer un suministro confiable de materias primas recicladas, crear estándares claros y aumentar la confianza de las empresas en la circularidad textil.

El plan también estima la creación de hasta 10.000 nuevos empleos en Europa, junto con la atracción de inversiones significativas. La estrategia se elaboró a partir de más de 100 entrevistas y encuestas realizadas a empresas, centros tecnológicos, marcas, recolectores, recicladores e inversores, lo que busca garantizar un enfoque coordinado y representativo de toda la cadena de valor.

ReHubs difundirá los detalles de su estrategia no solo en Bruselas, sino también en foros internacionales como el Congreso Global de Fibras de Dornbirn y los Circular Textile Days, con el objetivo de involucrar a toda la industria en la construcción de un ecosistema textil circular a escala continental.
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Textile World / Comunidad Textil
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El reciclado textil se enfrenta con graves problemas que ponen en duda su factibilidad

Contenedores de «Ropa amiga» en Catalunya, España, para reciclar ropa usada.

En la transición hacia una economía circular en la industria de la moda, el diseño de las prendas se ha convertido en un factor decisivo para garantizar que las fibras textiles puedan reutilizarse y reciclarse en lugar de terminar en vertederos o incineradoras. Hoy, menos del 1% de los residuos textiles se recicla en nuevas fibras, una cifra que revela la magnitud del desafío. El problema central radica en la heterogeneidad de los materiales: la mayoría de las prendas están hechas con mezclas de fibras —lana con cachemira y poliéster, algodón con viscosa, acrílico combinado con nailon—, una característica que hasta ahora era considerada un valor agregado en el mercado, pero que representa un obstáculo para su recuperación circular.

La primera etapa de ese proceso es la clasificación de la ropa usada, un sistema históricamente sostenido por la reventa de prendas de mayor valor. Sin embargo, el auge de plataformas digitales y el impacto de la moda rápida y ultrarrápida han deteriorado el modelo de negocio tradicional. La ropa de mejor calidad rara vez llega a los centros de clasificación, y la que sí lo hace suele tener un valor cada vez menor. Esto ha puesto contra las cuerdas a empresas recolectoras, que deben financiar con menos ingresos procesos de clasificación más costosos y complejos. La solución parece estar en la automatización: tecnologías como Fibersort, capaz de identificar la composición y el color de cada prenda en segundos, ya están en marcha, aunque la gran pregunta es quién debería costear estas inversiones millonarias.

Imagen del proceso de selección, al comenzar el proceso de reciclado de las prendas en Texaid.

La falta de conexión entre diseño, comercialización y reciclaje es otro de los grandes nudos críticos. A los diseñadores se les exige producir prendas que se vendan rápido, no que sean reciclables. Eso genera lo que los recicladores llaman “sorpresas”: ornamentos, cierres, etiquetas o combinaciones de fibras que hacen imposible reprocesar el material. “La industria ha tardado años en adaptarse a los procesos de reciclaje mecánico y químico. Ahora se le pide que piense en la clasificación y el preprocesamiento automatizados”, resume la británica Cyndi Rhoades, cofundadora de Circle-8 Textile Ecosystems, que proyecta instalar plantas de clasificación automatizada de gran escala en Reino Unido. Estas instalaciones, capaces de procesar 50.000 toneladas de textiles, serían un paso clave para garantizar materia prima apta para reciclaje, pero solo se justificarán si las marcas demandan fibras recicladas en grandes cantidades.

El vínculo entre productores, diseñadores y recicladores se vuelve crucial. Según Tim Cross, de Project Re:Claim, un tercio de la ropa que circula en el mercado ya es reciclable sin cambios, otro tercio podría serlo con modificaciones menores, como usar hilos de la misma composición que la prenda, y el resto requerirá rediseños profundos o nuevas tecnologías. Esta “teoría de los tercios” plantea que la transformación es posible sin esperar a una nueva generación de diseñadores, siempre y cuando haya voluntad de adaptación y políticas que lo incentiven.

La circularidad no es solo un tema de innovación tecnológica, sino también de responsabilidad compartida. La Confederación Europea de Industrias del Reciclaje reclama un cambio sistémico, ya que el valor de la ropa usada dejó de ser suficiente para sostener al sector. Se discute trasladar la carga a los municipios o aplicar medidas de responsabilidad extendida del productor que obliguen a marcas y minoristas a financiar el circuito. En paralelo, la inteligencia artificial y los pasaportes digitales de productos aparecen en el horizonte como herramientas para mejorar la trazabilidad y asegurar que las prendas puedan volver al ciclo productivo.

Mientras tanto, la industria se mueve en un equilibrio frágil entre el ideal del reciclaje textil a textil y soluciones intermedias de infraciclaje, como la producción de aislamientos. La realidad es que el reciclaje químico aún está en etapa incipiente y no será masivo en el corto plazo.

Sin embargo, cada avance en clasificación automatizada y en diseño circular acerca la posibilidad de un sistema en el que las prendas se piensen no sólo para ser usadas, sino también para ser transformadas al final de su vida útil. “La moda del futuro no dependerá únicamente de la creatividad estética, sino de la capacidad de imaginar una segunda vida para cada hilo”, señalan los ambientalistas.
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sportstextiles.com / Comunidad Texil

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Un estudio apunta a España como el país del mundo que más consume moda rápida

A pesar de que la difusión sobre necesidad de cambio de hábitos de consumo y de propender al uso responsable y de productos sostenibles, los consumidores muestran que pocos toman en serio esa preocupación y siguen destinando la mayor parte de su presupuesto para indumentaria a la moda rápida. El caso de España.

Los datos de un reciente estudio de la marca británica Kaiia lo confirma . La paradoja es evidente: mientras Europa debate y busca aplicar regulaciones y erigirse como referente en sostenibilidad, el comportamiento de compra de sus consumidores se inclina de forma masiva hacia los productos ofrecidos por Shein, Zara, H&M y otros gigantes del fast fashion.

Esto implica que en general los europeos destinan la mayor parte de su presupuesto de moda a lo inmediato, barato y accesible, incluso cuando el discurso colectivo cultural aboga por la sostenibilidad.

España lidera el ranking mundial de dependencia hacia la moda rápida: con un gasto de € 27.400 millones en fast fashion de un total de € 30.000 millones, el 91,5% de su mercado de moda está concentrado en este segmento.

La española Zara, de Inditex, el gigante que fue uno de los iniciadores de la expansión global del fast fashion, tiene hoy grandes competidores, dado que en España Shein es hoy el nombre más buscado en internet por los compradores.

Este escenario deja apenas un margen del 9% para el resto del mercado, lo que supone una una situación crítica para marcas emergentes, diseñadores independientes o propuestas de mayor valor agregado en precio o calidad, que deben competir en el actual contexto de recesión económica.

Estos resultados son coincidentes con otros estudios sobre el consumidor español, como el elaborado por Ipsos Digital -contratado por Shein-, que confirman que la moda interesa al 91% de los españoles y que el precio y los talles son factores clave en la decisión de compra.
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Fashion United / Comunidad Textil

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Una investigación revela que el precio de un producto no es un indicador de su calidad

Laboratorio del Instituto de Textiles y Color de la Universidad de Leeds (LITAC), en Gran Bretaña.

Un estudio conjunto del Instituto de Textiles y Color de la Universidad de Leeds (LITAC) de Gran Bretaña y la ONG ambiental WRAP, ha revelado que el precio de una camiseta no guarda relación directa con su durabilidad, desmontando la percepción de que las prendas más caras son necesariamente más resistentes. La investigación, presentada en la Conferencia sobre Vida Útil de los Productos y el Medio Ambiente (PLATE) en Dinamarca, evaluó 47 camisetas de hombre y mujer de diversas marcas, incluyendo artículos de lujo, bajo pruebas de lavado, secado, formación de bolitas, decoloración, encogimiento y apariencia general.

Los resultados mostraron que seis de las diez camisetas con mejor rendimiento costaban menos de 15 libras. La prenda más costosa, valorada en 395 libras, ocupó el puesto 28 de 47, mientras que una camiseta de 4 libras logró el puesto 15. La más duradera costó 28 libras y la segunda mejor, 29. Para la Dra. Eleanor Scott de LITAC, esto demuestra que la durabilidad no es un privilegio de las prendas de lujo, sino una característica posible a cualquier precio y clave para fomentar la reutilización y la circularidad en la moda.

Mark Sumner, director del programa de textiles de WRAP.

Mark Sumner, director del programa de textiles de WRAP, advirtió que confiar en el precio como indicador de resistencia es engañoso, subrayando que el estudio demuestra que la calidad y la durabilidad dependen más del diseño y la composición que del costo. La investigación identificó que las camisetas más resistentes suelen incluir fibras sintéticas como poliéster, poliamida o elastano, mientras que las de algodón tienden a encoger más, especialmente con secado en máquina. Sin embargo, cuatro de las diez mejores prendas eran 100 % algodón, lo que confirma que un buen diseño también garantiza durabilidad en fibras naturales.

Cabe destacar que el contexto de este hallazgo es crítico. Algunos estudios proyectan que para el 2030 el consumo mundial de ropa aumentará un 63%, alcanzando los 102 millones de toneladas anuales. Solo en el Reino Unido, en 2021 se enviaron 711.000 toneladas de residuos textiles a vertederos o incineradoras, y el 72% se recogió como residuo doméstico. Además allí una persona promedio adquiere 28 prendas nuevas al año -equivalentes a 8 kg por persona o 586.000 toneladas en total- y alrededor de una cuarta parte de su guardarropa permanece sin uso durante más de un año.

La organización ambientalista WRAP considera que el diseño para la durabilidad es un pilar indispensable en la transición hacia un modelo de negocio textil más sostenible, compatible con la rentabilidad y las demandas del consumidor. La organización busca ampliar la metodología de pruebas a otras regiones, colaborando con marcas de la Unión Europea y EE. UU. para establecer estándares internacionales de rendimiento y durabilidad adaptados a diferentes mercados.

Esta investigación es una advertencia importante para empresarios y fabricantes, porque no solo ofrece evidencia para revisar estrategias de diseño y producción, sino también una oportunidad comercial. Queda claro que invertir en durabilidad, independientemente del rango de precio, puede convertirse en un factor diferenciador clave para fidelizar clientes y reducir el impacto ambiental de la industria.
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Innovation in Textiles / Comunidad Textil

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En el año 2024 el desperdicio textil alcanzó un nuevo récord de 120 millones de toneladas

Ghana, uno de los países más pobres de Africa, esta convertido en un vertedero de ropa usada y descatada por Europa.

Boston Consulting Group (BCG) ha publicado recientemente su «Spinning Textile Waste into Value», un informe que evalúa el valor de los residuos textiles a nivel mundial. En el asegura que en 2024 la magnitud del desperdicio textil alcanzó un nuevo récord, con 120 millones de toneladas métricas de ropa desechada en todo el mundo.

Este fenómeno refleja una crisis creciente en la industria de la moda, donde la acelerada producción, combinada con cambios en los hábitos de consumo, impulsa una compra cada vez mayor de prendas que se utilizan menos veces antes de ser descartadas.

Desde el año 2000, la producción mundial de fibra se ha más que duplicado, generando una montaña de desechos que ejerce una presión sin precedentes sobre los sistemas de gestión y reciclaje.

También en Nairobi, Kenia, es descartada una enorme cantidad de ropa de Occidente.

El impacto económico de esta problemática es tan relevante como el ambiental. Cada año, se pierden alrededor de US$ 150.000 millones en materias primas que se extraen, procesan y descartan rápidamente. Para las empresas, esta cifra no solo representa un despilfarro de recursos, sino una oportunidad perdida de recuperar valor y mejorar la eficiencia operativa. De hecho, rescatar apenas una cuarta parte de esos recursos sería suficiente para cubrir el gasto anual combinado en materiales de las 30 compañías de moda más grandes del planeta.

Sin embargo, los sistemas de reciclaje actuales no están preparados para manejar la escala de producción y descarte que caracteriza a la moda contemporánea lanzada al consumo extremo.

La transición hacia una economía circular en el sector se perfila como una necesidad urgente. Esto implica no solo incrementar la capacidad tecnológica para procesar fibras recicladas, sino también generar una demanda sostenida que incentive inversiones en innovación. La adopción de materiales reciclados, tanto en la confección como en la cadena de suministro, podría marcar un punto de inflexión para revertir la tendencia actual.

Sin duda, para lograrlo se requiere la participación activa de todos los actores del ecosistema: marcas, inversores, innovadores y consumidores. Las empresas pueden liderar el cambio estableciendo estándares más altos en la selección de materiales y promoviendo canales efectivos para la recolección y reutilización de prendas. Por su parte, los consumidores -partícipes imprescindibles-, pueden influir directamente optando por productos confeccionados con fibras recicladas y prolongando la vida útil de sus prendas.

La realidad es que en 2024, el 80% de la ropa desechada terminó en vertederos o incineradoras, solo el 12% se reutilizó y menos del 1% se recicló para obtener nuevas fibras.

Este escenario revela un potencial desaprovechado para generar valor económico y reducir la huella ambiental de la industria. Para los empresarios del sector textil y de la moda, la crisis de residuos no solo representa un reto logístico y financiero, sino también una oportunidad estratégica para diferenciarse mediante prácticas sostenibles que respondan a las exigencias de un mercado cada vez más consciente.
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Boston Consulting Group / Comunidad Textil

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