El explosivo aumento del ingreso de ropa usada en Argentina agrava la crisis de toda la cadena textil
Según datos publicados por la Cámara Argentina de la Indumentaria, entre enero y agosto de 2025, el ingreso de ropa usada alcanzó un volumen inédito de US$ 2,2 millones. Este tipo de importación estaba prohibida por razones sanitarias, pero la administración del presidente Javier Milei habilitó el ingreso sin restricciones de esta mercadería.
Si bien en términos de volumen el ingreso al país de ropa usada hasta ahora no es muy amplio -por la baja en la capacidad de compra-, el aumento de este tipo de importaciones marcó un crecimiento exponencial en los primeros ocho meses del año. En comparación con el mismo periodo de 2024, la cantidad de indumentaria de segunda mano importada se multiplicó por 40.
La mayor parte de las prendas proviene de Estados Unidos donde está prohibido incinerar la ropa que no se vende. De este modo, el primer mundo termina usando de cesto de basura a los países menos desarrollados, como ocurre en Chile y en países africanos como Ghana.
Este aumento se da en contexto adverso para la industria textil local que tiene que enfrentar la apertura de importaciones y la caída abrupta del consumo. El ingreso de ropa usada no solo impacta negativamente en la producción argentina, si no que también pone en riesgo la salud de la población y el ambiente. Las prendas importadas no tienen ningún tipo de control ni trazabilidad con respecto a los productos químicos que se utilizaron en su fabricación, ni de qué modo fueron desechadas y trasladadas.
El sector en Argentina advierte que la liberación total de estas importaciones podría replicar escenarios de desastre ecológico, como ya ocurre con la acumulación de toneladas de desecho textil en el desierto de Atacama, Chile, ya que más de un 40% de lo importado podría no venderse.
Mientras las importaciones se disparan y el consumo interno se retrae brutalmente; fábricas emblemáticas operan al 20% de su capacidad y otras deben cerrar sus puertas. En este difícil contexto, donde la industria clama por una intervención estatal que le permita competir en igualdad, las declaraciones oficiales que promueven la «inexistencia» de política industrial suman tensión al debate.
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La Nueva Comuna / Comunidad Textil
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