Xi Jinping, presidente de China.

El presidente de China, Xi Jinping, hizo un llamado a sus compatriotas más ricos para que trabajen por «la prosperidad común». Para ello, prometió un «ajuste» a los ingresos excesivos, en el país en el que el rápido crecimiento económico produjo fuertes desigualdades. Las empresas de productos de lujo, para quienes los consumidores chinos representan el 25% de sus ventas, han puestos sus barbas en remojo…

El nivel de vida en el territorio chino ha aumentado considerablemente desde la década de 1970 y hoy es un mercado gigantesco con cientos de millones de consumidores de clase media y alta, seducidos por las marcas extranjeras. Este público se ha transformado en fuerte atractivo de las grandes marcas y fue de una importancia mayúscula en la recuperación de sus ventas desde fines del duro 2020 y en lo que va de este año.

Se sabe que si bien el país tiene el récord mundial de multimillonarios en dólares, sólo hasta el año pasado el país erradicó oficialmente la pobreza absoluta. Eso indica que las diferencias en la capacidad económica de su enorme población son muy significativas.

Por esto no parece extraño que en una reciente reunión dedicada a la economía, el presidente Xi Jinping pidiera una redistribución «razonable» de las riquezas, para que el crecimiento del país «beneficie a todos». No está claro de qué manera el dirigente planea lograr este objetivo, pero sus directrices marcan el tono de las prioridades del país para los próximos meses o años.

En la reunión se instó, además, a generar una mayor «equidad» en materia de educación, ya que los altos costos de las clases privadas de refuerzo son cada vez más criticados. De hecho, muchos padres chinos, obsesionados con el éxito de sus hijos, los inscriben en multitud de cursos extracurriculares, frecuentemente costosos.

Cabe recordar que casi toda la población vivía en la pobreza cuando triunfó la revolución y se conformó la República Popular China, en 1949. Pero las reformas económicas lanzadas a finales de la década de 1970 dieron paso al surgimiento de grandes fortunas, y el entonces presidente Deng Xiaoping consideró «normal» en 1984 que algunos se hicieran más ricos que otros.

Las regiones costeras, abiertas al comercio internacional, se modernizaron rápidamente. En cambio, las zonas interiores experimentaron un crecimiento más lento. Para rectificar la situación, las autoridades han intensificado las iniciativas en los últimos años para identificar los hogares necesitados, distribuir subsidios y terminar importantes obras de infraestructura.

En las últimas décadas el país comenzó a aplicar mejoras en las relaciones laborales lo que redundó en mayores costos, lo que le significó un cierto éxodo de empresas a países del Sudeste asiático y de África. China también lanzó una fuerte campaña para cuidar el ambiente debido a los altos niveles de contaminación alcanzados en diversas regiones en los que se había producido un mayor desarrollo fabril.

Con estos anuncios pareciera que Xi Jinping y su equipo de gobierno han decidido que, junto al impresionante desarrollo tecnológico alcanzado y en los tramos finales de la carrera por ser la mayor potencia mundial, hay algunas propuestas iniciales que el régimen parecía haber olvidado. El tema de la equidad económica ha vuelto a figurar en la hora de ruta.
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Ambito Financiero / Comunidad Textil

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