Ghana, uno de los países más pobres de Africa, esta convertido en un vertedero de ropa usada y descatada por Europa.

Boston Consulting Group (BCG) ha publicado recientemente su «Spinning Textile Waste into Value», un informe que evalúa el valor de los residuos textiles a nivel mundial. En el asegura que en 2024 la magnitud del desperdicio textil alcanzó un nuevo récord, con 120 millones de toneladas métricas de ropa desechada en todo el mundo.

Este fenómeno refleja una crisis creciente en la industria de la moda, donde la acelerada producción, combinada con cambios en los hábitos de consumo, impulsa una compra cada vez mayor de prendas que se utilizan menos veces antes de ser descartadas.

Desde el año 2000, la producción mundial de fibra se ha más que duplicado, generando una montaña de desechos que ejerce una presión sin precedentes sobre los sistemas de gestión y reciclaje.

También en Nairobi, Kenia, es descartada una enorme cantidad de ropa de Occidente.

El impacto económico de esta problemática es tan relevante como el ambiental. Cada año, se pierden alrededor de US$ 150.000 millones en materias primas que se extraen, procesan y descartan rápidamente. Para las empresas, esta cifra no solo representa un despilfarro de recursos, sino una oportunidad perdida de recuperar valor y mejorar la eficiencia operativa. De hecho, rescatar apenas una cuarta parte de esos recursos sería suficiente para cubrir el gasto anual combinado en materiales de las 30 compañías de moda más grandes del planeta.

Sin embargo, los sistemas de reciclaje actuales no están preparados para manejar la escala de producción y descarte que caracteriza a la moda contemporánea lanzada al consumo extremo.

La transición hacia una economía circular en el sector se perfila como una necesidad urgente. Esto implica no solo incrementar la capacidad tecnológica para procesar fibras recicladas, sino también generar una demanda sostenida que incentive inversiones en innovación. La adopción de materiales reciclados, tanto en la confección como en la cadena de suministro, podría marcar un punto de inflexión para revertir la tendencia actual.

Sin duda, para lograrlo se requiere la participación activa de todos los actores del ecosistema: marcas, inversores, innovadores y consumidores. Las empresas pueden liderar el cambio estableciendo estándares más altos en la selección de materiales y promoviendo canales efectivos para la recolección y reutilización de prendas. Por su parte, los consumidores -partícipes imprescindibles-, pueden influir directamente optando por productos confeccionados con fibras recicladas y prolongando la vida útil de sus prendas.

La realidad es que en 2024, el 80% de la ropa desechada terminó en vertederos o incineradoras, solo el 12% se reutilizó y menos del 1% se recicló para obtener nuevas fibras.

Este escenario revela un potencial desaprovechado para generar valor económico y reducir la huella ambiental de la industria. Para los empresarios del sector textil y de la moda, la crisis de residuos no solo representa un reto logístico y financiero, sino también una oportunidad estratégica para diferenciarse mediante prácticas sostenibles que respondan a las exigencias de un mercado cada vez más consciente.
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Boston Consulting Group / Comunidad Textil

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