Durante la realización de la feria Texworld Apparel Sourcing París se realizaron una serie de conferencias y mesas redondas y en una de estas se debatió sobre el impacto para el ambiente que tiene el fast fashion. La primera frase que se escuchó en el recinto fue lo suficientemente contundente: “Tenemos suficientes prendas de ropa para vestir a toda la población mundial durante los próximos 65 años. Y seguimos produciendo”. A partir de esta afirmación, el panel de expertos explicó cuáles son las cinco consecuencias de la llamada ‘moda rápida’.

En la mesa redonda sobre fast fashion que se realizó en Texworld Apparel Sourcing París participaron Gwendolyn Favriau, diseñadora y fundadora de la firma La Partisienne, Victoria Bonnamour, diseñadora y CEO de Bonâme, Nesrine Zarrouki, diseñadora emergente y especialista en IA y tecnologías, Jean-Baptiste Andreani, CEO de la escuela de moda IFA París y la moderadora Patricia Lerat, consultora de moda.

Barcelona busca aumentar su capacidad de recoger ropa descartada.

Queda en claro que la primera de las consecuencias es el exceso de producción. Según datos aportados por Moda Re, cada año se producen en el mundo 100.000 millones de prendas. Esta cantidad alcanza para dar cada año 13 prendas nuevas a cada habitante del planeta. Los panelistas se preguntaron si realmente es necesario producir tanta ropa y si no sería mejor comprar artículos de segunda mano, reparar las prendas existentes y alquilar prendas de lujo cuando tenemos que asistir a una ocasión especial.

Otro de los problemas que acarrea el fast fashion es la generación desmesurada de residuos. A la sobreproducción se suma la mala calidad de las prendas que hace que no sean duraderas. Solo en España se tiran a los vertederos casi un millón de toneladas de ropa y se recicla o reutiliza únicamente entre un 10% y un 12%.

Según Zarrouki, “hay que promover el bienestar que aportan las prendas de calidad para que el usuario sienta veneración por la ropa. En definitiva, lograr que no sean un bien de usar y tirar”.

La aceleración de los ciclos de moda impulsada por esta práctica también genera un impacto negativo. La creación de nuevas colecciones de manera constante impulsan un consumismo extremo en el que el comprador apenas utiliza la prenda, la descarta y compra una nueva para estar a tono con las últimas tendencias.

“Creo que, en el sector de la moda, la rapidez no es una ventaja ni una cualidad. Hay algo inmutable, el ritmo natural de la moda es más lento, las tendencias deben seguir su camino… No se puede acelerar todo este proceso” opinó Bonnamour.

La necesidad de producir ropa cada vez más rápido y a menor costo degrada la calidad de los productos. En busca de lograr precios competitivos se utilizan materiales más económicos de mala calidad que hace que la ropa sea cada vez más ordinaria.

Por último, este tipo de producción genera que las empresas grandes aumenten aún más su tamaño, hecho que dificulta el crecimiento de las fábricas pequeñas y los creadores emergentes. Por este motivo, Zarrouki afirmó que hay que asegurar que “el pequeño creador tenga el mismo acceso a la tecnología y avances que las grandes marcas”.
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Pinker Moda / Comunidad Textil

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