La Asociación Brasilera de Industrias del Calzado (Abicalçados) firmó con gran parte de las entidades empresarias que integran la Coalición Industrial, de un documento sobre la importancia de la Industria Manufacturera de Brasil. El comunicado significa un fuerte rechazo a las políticas para el sector que ha aplicado el gobierno de Jair Bolsonaro y comienza señalando: “Nuestra gente merece y puede tener un futuro de desarrollo y justicia social”.

Fernando Pimentel, presidente de ABIT.

La Coalición de la Industria está formada por 15 asociaciones de muy importantes sectores y de gran gravitación en la economía de Brasil. Estos aclaran que representan el 45% del PIB de la industria brasilera y el 65% de suss exportaciones de manufacturas. Generan 30 millones de empleos directos e indirectos y más de US$ 45.700 millones en pagos de impuestos.

Los sectores empresarios sostienen que “las naciones del tamaño de Brasil necesitan una industria manufacturera fuerte” porque para “la promoción de un proyecto efectivo de desarrollo sostenible, es decir, económicamente vigoroso, socialmente justo y ambientalmente correcto, no basta con el avance de los servicios, la agroindustria, la prospección minera y el sector financiero”.

La nota rescata la importancia del acuerdo de los BRIC (Brasil-Rusia-India-China) -dejada de lado por Bolsonaro- y señala que “en estos, el papel de la manufactura en su camino de modernización, inclusión socioeconómica, atracción y promoción de inversiones productivas, creación intensiva de empleo, innovación y oportunidades de negocios es innegable”.

Brasil es uno de los grandes productores de confecciones de A. Latina.

“Negarnos, como economía y como nación, la prerrogativa de desarrollar habilidades y tecnologías significa un paso atrás desde la lógica jurásica colonialista, resignándonos a la condición de proveedores de productos primarios y compradores de bienes avanzados”, opina.

Más adelante respalda su posición recordando que Brasil lo demostró “fabricando aviones de alto rendimiento, investigando y desarrollando tecnología de motores flexibles, fundamental y estratégica para que todo el mundo pueda utilizar biocombustibles, más limpios y renovables, y produciendo, gracias a al ágil y eficiente ajuste de numerosas fábricas, respiradores pulmonares, mascarillas y equipos de protección personal para enfrentar la pandemia”.

“Estos tres grandes ejemplos nacionales y la inquietante cuestión puntual de la vacuna son suficientes para dejar claro sin lugar a dudas, que no debemos descuidar el desarrollo industrial y el consecuente avance en I + D + i. Cabe recordar que incluso Estados Unidos, el país más rico del planeta, está impulsando una política de reconstrucción y fortalecimiento de su parque industrial, reconociendo su expresión socioeconómica.”

Señala que Brasil está perdiendo densidad en su industria por “la ausencia de políticas públicas dirigidas a fortalecerla” y por “oleadas de sobrevaloración o fuertes fluctuaciones en el tipo de cambio, altas tasas de interés, escasez de crédito para financiar capital de trabajo e inversiones, inseguridad jurídica, cumplimiento aduanero de productos subsidiados en naciones competidoras, recursos insuficientes para investigación e impuestos sin precedentes”.

Recuerda que la carga de impuestos al sector manufacturero es desproporcionada y el ejemplo de esa artillería fiscal, lo da el hecho de que el Estado recauda “una cantidad equivalente al doble de su participación en el PIB”.

Los industriales denuncian que producir en Brasil cuesta anualmente alrededor del 22% del PIB del país, más que en promedio países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Y dice que “es precisamente el parque industrial que ha enfrentado y resistido heroicamente todos estos problemas el que es criticado por pensadores anticuados, defensores, aparentemente, del neocolonialismo. También es este parque el que, en las regiones en las que está más presente, deja su huella al contribuir a los mejores indicadores socioeconómicos, distribución del ingreso y educación”.

Pese a todo, puntualiza, la industria representa el 21,4% del PIB, todavía representa más de la mitad de las exportaciones de bienes, el 69,2% de la inversión empresarial en I + D, el 33% de la recaudación de impuestos federales y el 31,2% de la recaudación de la seguridad social de los empleadores. Además, emplea al 20,4% de todos los trabajadores brasileños, paga los mejores salarios, es la actividad que más genera impactos en la cadena, paga más impuestos y más promueve la difusión de tecnología y la productividad, según datos del ente oficial de estadísticas.

El documento detalla que debido a todos los problemas que señalan, en los últimos seis años cerraron sus puertas 36,6 mil fábricas y en 2020 sufrimos el cierre de 17 actividades diarias. Agrega que el año pasado, con la crisis económica nacional agravada por el Covid-19, el sector registró su menor participación en el PIB desde el inicio de la serie histórica, en 1946.

El documento del empresariado industrial de Brasil concluye reclamando que “es hora de sintonizar el discurso con el mundo que crece, se desarrolla y juega el juego estratégico. Propone “un proceso de movilización para revitalizar la industria de transformación y llevar a nuestro país a un nuevo nivel de desarrollo”. Aclaran que “el sector no quiere subsidios y beneficios, sino solo condiciones para recuperarse y viabilizar su competitividad para volver a estar “todavía entre los parques industriales más grandes del planeta, está abierta al diálogo constructivo, con el propósito sincero de contribuir a transformar Brasil en una Nación más grande y feliz.”
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Manifesto Coalização Indústria / CueroAmérica

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