El Coronavirus provoca angustia, ansiedad y dolor en el mundo. Enfermedad y muerte que avanza como reguero de pólvora, y los negocios y sus puestos de trabajo que tiemblan. China, Corea del Sur, Japón, Singapur… en Asia. Y ahora la epidemia comenzó a golpear a Europa: Italia y España ya viven este drama y nadie sabe cómo sigue. América Latina ya tiene su primer caso.

De pronto la situación de las empresas europeas ha cambiado significativamente. Las compañías con negocios con China, aquellas que habitualmente recibían productos chinos o tienen en ese país-continente grandes compradores, están muy preocupadas por la situación. El cierre de empresas y puertos por tiempo indeterminado pulveriza los negocios, en ambas direcciones.

En una encuesta realizada este mes a más de 150 compañías miembros, la Cámara de Comercio de Estados Unidos en China (AmCham China) registró que casi la mitad de los encuestados espera tener una disminución de los ingresos si la situación no vuelve a la normalidad a fines de abril. Pero el 20% de los encuestados dijo que si el brote dura hasta fines de agosto, cree que los ingresos de su compañía caerán en un 50%.

Pero ahora los europeos se encuentran con la noticia de que el virus llegó a sus puertas, entró a su casa. Y los demás ya sabemos que, por la acción de los viajeros, sigue su camino hacia diversos rincones del planeta.

Después del cierre de la gran Semana de la Moda de Milán y otras ferias de indumentaria, la prensa confirmó la existencia de 229 casos comprobados y siete muertes por coronavirus en Italia. Pero las cifras se elevan rápidamente. La mayoría de esos casos se encuentran en la parte norte del país, cerca de Milán. Pero ya hay otros registrados en el Sur. La gran afluencia turística, los viajes de negocios y los trabajos quedan bloqueados por el cuidado… y por el terror. La situación se extendió de allí a España, Francia, Brasil…..

Las bolsas comenzaron a caer, las empresas buscan tomar medidas pero ninguna sabe bien cuáles son las que corresponden aplicar en esta situación, sin duda inédita.

Las ferias del sector, como la APLF de Hong Kong, postergan sus ediciones. Otras deciden suspenderlas o, siendo en regiones distantes de Asia, preparan medidas contingentes y obviamente esperan una caída en la cantidad de visitantes y también de expositores. Nadie olvida que China es el gran motor industrial de nuestros días.

Sin duda hoy todos los habitantes del planeta vivimos en ascuas y, seguramente, sólo nos hará sentir bien –además del fin der esta pesadilla- que el miedo no nos haga olvidar lo mejor de nuestra condición humana.

Por eso, esperamos que nada nos haga flaquer el sentido de solidaridad, la capacidad de ayuda y la preocupación por el que más necesita.
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Mauricio Herzovich

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