Un trabajo realizado por la consultora Coresight opina que Estados Unidos cada vez compra menos productos chinos, en tanto aumentan las importaciones desde otros países asiáticos. A la guerra comercial propiciada por la administración Trump se suma la abrupta caída de la demanda por la pandemia. La empresa le asigna a los consumidores estadounidenses un creciente rechazo a los productos chinos.

Coresight Research apunta que durante el mes de junio registró entre los consumidores estadounidenses un creciente sentimiento negativo hacia los productos fabricados en China y hacia las etiquetas Made in China.

El estudio de la empresa sostiene que el 47,8% de los encuestados desea que los detallistas estadounidenses se aprovisionen menos en China que en el pasado. Pero sólo el 39,7% manifestó su deseo de comprar menos productos fabricados en ese país.

Donald Trump y Xi firmaron varios acuerdos, pero EE.UU. mantiene activa su guerra comercial.

Algunos aseguran que este, como otros estudios, buscan respaldar la actitud del presidente Trump a favor de los productos ‘Made in America’, en el marco de la guerra comercial entre su país y China. Y también fortalecer su acusación a ese país asiático por aparición del Covid-19.

“El pasado mes de mayo el presidente Trump permitió que la United States International Development Finance Corporation diese apoyo financiero a las empresas estadounidenses que desean fabricar productos para emergencias en su propio país. El sistema fiscal estadounidense, además, está ofreciendo ayudas fiscales y subsidios a las empresas dispuestas a prescindir de su aprovisionamiento en China. Todo ello puede acelerar una modificación sustancial del mapa de las cadenas de suministro”, aseguran.

El último US Reshoring Index de Kearney, por otro lado, ha detectado un descenso significativo de las importaciones de productos manufacturados en China. Estas importaciones descendieron ya un 17% entre 2018 y 2019 y han seguido bajando a medida que se desarrollaba la guerra comercial entre ambas economías.

Los US$ 31.000 millones de exportaciones que perdieron los fabricantes chinos el año pasado fueron a parar a otros países asiáticos de bajo costo y especialmente a Vietnam, que absorbió casi la mitad de esa cifra. Sin embargo, lo que quizá no saben u olvidan muchos estadounidenses, es que buena parte de sus proveedores de esos países -incluido Vietnam- son chinos o empresas dependientes de China.

Los últimos datos de Otexa (Office of Textiles and Apparel), un organismo gubernamental estadounidense, reveló un descenso del 41% en las importaciones de textil/confección procedentes de China entre enero y abril de este año. En consecuencia, a primeros de mayo la cuota de mercado de China en el mercado estadounidense era de solo el 30,53%.

Según Coresight Research el comercio estadounidense con Asia está trazando un nuevo mapa de las cadenas de suministro. “Lo que los compradores americanos buscan, sin embargo, son conceptos más prácticos: una mayor resistencia de sus cadenas de suministro ante las dificultades, menores riesgos y menores costos”, dice.

Algo parecido está sucediendo, aunque a menor ritmo, en otros mercados occidentales, que están generando apoyos para que las industrias abandonen China y regresen a sus respectivos países.

En el futuro -concluye el informe de Coresight Research- más empresas occidentales pueden reducir su producción en China. Deberían estar atentas a las demandas de los consumidores y a la importancia que conceden al origen de sus productos.
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PinkerModa / Comunidad Textil

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