Fábrica confeccionista en Vietnam.

La revista catalana Pinker Moda realizó un doloroso recorrido por el impacto económico de la obligada cuarentena mundial en las industrias del sector textil y confeccionista de algunos países. Si bien reconoce que son datos parciales y no oficiales, es importante el esfuerzo que en estas condiciones tan complejas realizaron estos colegas y que permite trazar un primer panorama de la situación a nivel global.

El informe comienza con China. Comenta que la pandemia parece haber sido controlada en China, pero su impacto económico empezará a verse ahora. Muchas empresas manufactureras ha reiniciado su actividad, pero la presencia de la pandemia limita mucho sus ventas en el mercado doméstico y en el exterior. Asimismo enfrentan dificultades con el personal, que en muchos casos no logra llegar desde sus casas. Los grandes conglomerados industriales, a pesar de su fortaleza, no estan mejor.

Aunque la situación sanitaria ha mejorado, muchas familias chinas -y de otros países- no se atreven todavía a hacer vida normal ni a disponer de sus ahorros porque temen un recrudecimiento de la situación, una nueva oleada de infecciones.

Según diferentes fuentes informativas, la industria de textil y confeccionista en Bangladesh se asoma a un escenario preocupante. Buena parte de los pedidos ya firmados por clientes occidentales han sido anulados, porque estos no pueden asumir sus responsabilidades comerciales. Es que esas empresas, marcas y mayoristas de distintas partes del mundo, están ante una situación crítica porque sus ventas prácticamente han desaparecido.

Fábrica confeccionista en Bangladesh.

Las fábricas bengalíes, entonces, están registrando cancelaciones de pedidos cada hora. Rubana Huq, presidenta de la Bangladesh Garment Manufacturers & Exporters Association (Bgmea), lo explicó en declaraciones al colega Sourcing Journal. Y agregó: “hemos pedido a nuestros clientes que por lo menos recojan los productos que ya están fabricados o en curso”.

Calculan que el valor de los pedidos cancelados sería del orden de más de US$ 2.000 millones. Entre 20 y 25 millones de metros de tejido para confección han quedado en el limbo, a costa de las finanzas de sus fabricantes. Si la situación no mejora en unas pocas semanas, muchos de estos fabricantes no podrán pagar ni sus salarios ni sus restantes costos e irán a la quiebra, aseguran.

También los confeccionistas de Vietnam están conmocionados por la cancelación de pedidos, muchos de ellos con la producción en marcha o ya lista para embarcar. Los que siguen trabajando tienen problemas con el aprovisionamiento de tejidos, que casi siempre provienen de China.

El freno de la producción china benefició en un primer momento a empresas vietnamitas, porque los clientes se vieron obligados a desviar sus pedidos. Pero ahora mismo la pandemia comienza a afectar al país y a su capacidad productiva.

Lo mismo le ocurrió a otros países con una gran capacidad de producción textil y confeccionista, como Turquía y Marruecos. En un primer momento se beneficiaron de la situación en China. Pero ahora les toca también a ellos sufrir cancelaciones de pedidos.

En India, el gobierno suspendió hace ya días toda la actividad industrial y comercial en noventa regiones ante el avance de la pandemia en la región. Delhi, Uttar Pradesh, West Bengal, Maharashtra, Punjab, Karnataka, Kerala o Tamil Nadu son algunas de las regiones afectadas. En paralelo, las autoridades cancelaron hace ya días todo el transporte de pasajeros no esencial, incluidos los autobuses de transporte interestatales.

Igual que han hecho otros países emergentes, los fabricantes indios -sobre todo a través de la AEPC- han suplicado a sus clientes que no cancelen sus pedidos y les han ofrecido flexibilizar su cobro.

Aunque se resistió al comienzo, finalmente el gobierno británico ordenó el cierre de todo el comercio no esencial, aunque algunas cadenas como Primark, Arcadia o Harrods ya se habían adelantado.

Un informe del CRR (Retail Research Center) estima que el coronavirus provocará el cierre de 20.000 tiendas y que Gran Bretaña perderá 236.000 puestos de trabajo en el sector retail. Al otro lado del Canal de la Mancha, en Alemania, la cadena de almacenes Karstadt ha despedido a 28.000 trabajadores.

A principios de marzo, la ONU realizó un primer cálculo del costo de la pandemia en la industria de la moda en todo el mundo. El organismo internacional dijo que se perderán unos US$ 1.500 millones, tanto por el cierre de tiendas como por la escasez de materias primas. Señalaba, además, que el mercado más afectado sería el europeo, seguido por Estados Unidos, Vietnam, Turquía, Hong Kong, Taiwán y muchos otros.

Especialmente dramática es la situación de los trabajadores de las fábricas de los países llamados ‘emergentes’. Cuando cierran o paran sus fábricas, sus ingresos desaparecen y nadie tiene capacidad para buscar alternativas para que sus familias puedan sobrevivir. Por poner un ejemplo extremo, en Dharavi, el suburbio situado en el centro de Mumbai, vive un millón de habitantes y la mayoría de ellos trabajan en la industria textil y de la confección.

Algunas marcas globales de moda -Inditex, H&M, Marks & Spencer, Kiabi, PVH y Target y otras- prometieron cumplir con sus compromisos y aseguraron a sus fabricantes que recibirán la mercancía que habían solicitado, aunque tienen dudas sobre su venta a corto o medio plazo.

Cabe recordar -apunta Pinker Moda- que algunas economías emergentes como Vietnam o Bangladesh dependen en gran medida del sector textil/confección y del calzado. Y lo mismo ocurre en otras como Camboya, el 40% de cuyo PIB depende del sector de la moda, que proporciona el 86% del empleo industrial del país y el 80% de sus exportaciones.
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Pinker Moda / Comunidad Textil

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