El derrumbe del edificio de Rana Plaza dejó 1.138 muertos y más 2.500 heridos y mutilados

Cuatro años después de la tragedia del derrumbe del edificio Rana Plaza, el sector textil de Bangladesh está aún muy lejos de cumplir con los estándares de seguridad y protección laboral. Este hecho, el más grave de una serie, causó la muerte de más de 1.138 personas y heridas a más de 2.500.

Las nueve plantas del edificio Rana Plaza se derrumbaron el 24 de abril de 2013, era un espacio en el que funcionaban cinco fábricas confeccionistas que abastecían a una treintena de grandes marcas internacionales. Las condiciones infrahumanas en que desarrollaban su actividad, y la negación de las advertencias de su personal, generaron el horror: 1.138 muertos y más de 2.500 heridos, mucho con sus vidas destruidas.

El derrumbe llevó apenas unos segundos pero las autoridades tardaron tres semanas en sacar de entre los escombros los cadáveres y los heridos, y limpiar los restos del desastre. El Gobierno de Bangladesh trató de ocultar su falta de control, pero las compañías internacionales y agencias respondieron a la tragedia consensuando varias medidas y exigiendo cambios. Y los propietarios de las fábricas prometiendo mejoras, que cumplieron escasamente.

Se subieron un poco los salarios, se reformó en parte la legislación laboral y la inspección de las fábricas fue establecida como obligatoria para garantizar las medidas de seguridad. Cerca de 3.700 fábricas fueron sujetas a inspecciones por parte de mecanismos para tal fin constituidos con participación del sector privado nacional, sindicatos y multinacionales, para “requerir niveles mínimos de seguridad”.

De acuerdo con el Acuerdo sobre Seguridad de Edificios e Incendio (Accord), uno de estos sistemas, solo 61 de 1.531 fábricas que debían revisar se han actualizado tras las inspecciones preliminares.

Rob Wayss, director ejecutivo de Accord

El director ejecutivo de Accord, Rob Wayss, indicó a la prensa que, aunque la seguridad en la industria textil «ha mejorada de manera significativa» en los últimos cuatro años, «aún hay mucho trabajo que hacer para que las fábricas sean seguras».

La Alianza para la Seguridad en el Trabajo de Bangladesh (Alliance), otro mecanismo que reúne a varias marcas estadounidenses, indicó que solo 74 de los 766 empresas inspeccionadas han realizado las correcciones exigidas y que hasta ahora ha suspendido las relaciones comerciales con 146 fábricas por falta de avances en el proceso de adaptación a las normas.

«Muchas de nuestras fábricas han logrado un cumplimiento sustancial de los Planes de Acción Correctivos. Pero aquellos que no han querido o no han podido dar prioridad a la seguridad se les ha hecho rendir cuentas», indicó en un comunicado Guillermo Meneses, un portavoz de la Alianza.

Los sindicatos también han contribuido a sensibilizar a los trabajadores. El vicepresidente de la Federación Sindical de Trabajadores del Textil de Bangladesh, Rashedul Alam Raju, indicó que los trabajadores «son ahora más conscientes», pero todavía «tienen muchas otras problemas que deben ser atendidas».

Pero la directora ejecutiva del Centro para la Solidaridad del Trabajador (BCWS), Kalpana Akter, cree que la libertad de asociación está aún a años luz de alcanzarse en un sector en el que los trabajadores apenas pueden reclamar sus derechos.

Siddiqur Rahman, presidente de la Asociación de Fabricantes y Exportadores de Tejidos de Bangladesh

En ese sentido, la directora de esta ONG dedicada al apoyo a los trabajadores recordó una protesta realizada en diciembre que supuso el encarcelamiento de 39 líderes sindicales, muchos de ellos liberados solo cuando las propias multinacionales boicotearon una importante muestra nacional del sector.

Por su parte, quienes están en el ‘banquillo de los acusados’ tiene una visión menos pesimista. La Asociación de Fabricantes y Exportadores de tejidos de Bangladesh y su presidente, Siddiqur Rahman, se atreve a decir que tanto la seguridad como el tema salarial han sido tratados de forma adecuada tras la tragedia de 2013.

Dejando de lado las decenas de incendios y accidentes previos, Efe Rahman, dice que «Rana Plaza fue una llamada de alerta para nosotros». Asegura que de las 3.700 empresas inspeccionadas, 39 fueron cerradas, otras siguieron el mismo destino de manera voluntaria y «el 80% de los trabajos de mejora se han cumplido».

Fábrica confeccionista en Bangladesh

«No hay un problema de salario porque estamos dando un incremento anual de entre el 5% y el 7%, similar a la inflación», agregó, en alusión a unos niveles salariales que fijan su mínimo en los 97 dólares mensuales y fueron la razón de las protestas de diciembre pasado.

Recientemente la ONG Human Right Watch (HRW) pidió a las empresas del sector que se unan a 17 marcas líderes del sector en la demanda de transparencia en el sector.

Pero desde diversos ámbitos se sigue reclamando una acción mucho más responsable por parte de las empresas que tercerizan su producción en empresas de Bangladesh, y que durante muchos años permitieron sistemas de producción infrahumanos para poder producir por centavos prendas que dejan ganancias extraordinarias.

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